
No es al cielo ni es al éter; ni tampoco al vacío ni al cosmos donde van las almas.
El origen de la vida es el agua. Y es a la dimensión agua donde las almas ingresan como luz y se transforman en delfines: acuosos y ondeantes, reservorios de inteligencias vivas, núcleos comunicacionales sin memoria con humanos, en mensajes de pura no espera.
Las almas navegan tiempos hasta que un delfín es llamado y muere.
Cuando muere un delfín, nace un humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario