20 jun 2016

Italo Calvino - Tiempo Cero

Tengo la impresión de que no es la primera vez que me encuentro en esta situación: con el arco apenas flojo en la mano izquierda tendida hacia adelante, la mano derecha contraída atrás, la flecha F suspendida en el aire a casi un tercio de su trayectoria y, un poco más allá, suspendido también en el aire y también a casi un tercio de su trayectoria, el león L en el acto de saltar sobre mí con las fauces abiertas y las garras extendidas. Dentro de un segundo sabré si la trayectoria de la flecha y la del león vendrán o no a coincidir en un punto X atravesado tanto por L como por F en el mismo segundo tx, es decir, si el león se desplomará en el aire con un rugido sofocado por el borbotón de sangre que le inundará la negra garganta atravesada por la flecha, o si caerá incólume sobre mí derribándome con un doble zarpazo que me desgarrará el tejido muscular de los hombros y del tórax, mientras su boca, cerrándose con un simple golpe de mandíbulas, me separará la cabeza del cuello a la altura de la primera vértebra.

Tan numerosos y complejos son los factores que condicionan el movimiento parabólico tanto de las flechas como de los felinos, que no me permiten por el momento juzgar cuál de sus eventualidades es más probable. Me encuentro pues en una de esas situaciones de incertidumbre y espera en las que no se sabe realmente qué pensar. Y el pensamiento que se me presenta es éste: me parece que no es la primera vez.

4 dic 2015

Olegario Lazo Baeza - El Padre

Un viejecito de barba blanca y larga, bigotes enrubiecidos por la nicotina, manta lacre, zapatos de taco alto, sombrero de pita y un canasto al brazo, se acercaba, se alejaba y volvía tímidamente a la puerta del cuartel. Quiso interrogar al centinela, pero el soldado le cortó la palabra en la boca, con el grito:
 
-¡Cabo de guardia!

El suboficial apareció de un salto en la puerta, como si hubiera estado en acecho.

Interrogado con la vista y con un movimiento de la cabeza hacia arriba, el desconocido habló:

3 dic 2015

Kjell Askildsen - En el café

Una de las últimas veces que estuve en un café fue un domingo  de verano, lo recuerdo bien, porque  casi todo  el mundo iba en mangas de camisa y sin corbata, y pensé: tal vez no sea domingo, como yo creía, y el hecho de que pensara exactamente eso hace que me acuerde. Me senté a una mesa en medio del local, a mi alrededor había mucha gen­te tomando canapés y bollos, pero casi todas las mesas estaban ocupadas por una sola persona.

2 dic 2015

Luis Mateo Díez - La bandera

Misto era el primero en salir cuando don Brano, sin darse la vuelta sobre el encerado, donde ponía las cuentas que luego había que copiar en los cuadernos, alzaba la mano izquierda y mostraba el reloj en la muñeca dejando apreciar los puños raídos de la camisa, que había sido blanca en alguna antigüedad tan remota como la de los cartagineses.

Misto ocupaba habitualmente el primer pupitre, destacado entre las dos filas que lo continuaban, como si el pupitre fuese la punta de lanza de un ejército valeroso. Era el premio al mejor, no solo al más aplicado sino al más sumiso y al que revelaba los mayores sentimientos patrióticos, algo que los alumnos que alcanzaban el tercer grado, y que jamás olvidarían a don Servo y a don Amo, no lograban comprender con exactitud.

1 dic 2015

Raúl Brasca - La prueba

“Sólo cuando sea derribado tendrás a mi hija”, había dicho el brujo. El hachero miró el tallo fino del árbol y sonrió con suficiencia. Un primer hachazo, formidable, marcó levemente el tronco.