La viuda de Pablo Savarini habitaba sola con su hijo en una pobre
casita de los alrededores de Bonifacio. La población, construida en un
saliente de la montaña, suspendida sobre el mar, mira por encima el
estrecho erizado de escollos de la costa más baja de la Cerdeña. A sus
pies, del otro lado, la rodea casi enteramente una cortadura de la costa
que parece un gigantesco corredor, el cual sirve de puerto a las
lanchas pescadoras italianas o sardas, y cada quince días al viejo vapor
que hace el servicio de Ajaccio.
25 ago 2015
24 ago 2015
Juan Bosch - En un Bohío
La mujer no se atrevía a pensar. Cuando creía oír pisadas de bestias se lanzaba a la puerta, con los ojos ansiosos; después volvía al cuarto y se quedaba allí un rato largo, sumida en una especie de letargo.
El bohío era una miseria. Ya estaba negro de tan viejo, y adentro se vivía entre tierra y hollín. Se volvería inhabitable desde que empezaran las lluvias; ella lo sabía, y sabía también que no podía dejarlo, porque fuera de esa choza no tenía una yagua donde ampararse.
21 ago 2015
Blaise Cendrars - El Viento
A
comienzos de la estación seca veis a todos los pájaros remontarse muy
alto por los aires. Dan vueltas, aletean, se abalanzan, se dejan caer,
remontan el vuelo, se persiguen, infatigables, obstinados, como si
quisieran despistar. Todas las mañanas se citan en el cielo, donde
evolucionan por bandadas, juguetean y pían a cual más fuerte. Pero si
los observáis más detenidamente, veréis que semejante torbellino de
alas, plumas y trinos ensordecedores, que cualquiera podría tomar por
una pelea, no está causado por los pájaros, sino por el viento, el
viento que los lleva, el viento que los lanza, el viento que los sopla,
los anima y los cansa.
20 ago 2015
Stig Dagerman - Matar un niño
Es
un día suave y el sol está oblicuo sobre la llanura. Pronto sonarán las
campanas, porque es domingo. Entre dos campos de centeno, dos jóvenes
han hallado una senda por la que nunca fueron antes, y en los tres
pueblos de la planicie resplandecen los vidrios de las ventanas. Algunos
hombres se afeitan frente a los espejos en las mesas de las cocinas,
las mujeres cortan pan para el café, canturreando, y los niños están
sentados en el suelo, abrochándose la blusa.
19 ago 2015
Bernardo Kordon - Sin mañana
Lo molesto ocurre al comienzo. Los familiares alborotan todo en el preciso momento que uno ansía y alcanza la tranquilidad. Felizmente en ese mismo instante nos separa de la vida un velo de apretada trama y un cristal más duro que el acero. Desde el otro lado contemplamos las últimas imágenes de, la vida, que se desvanecen como sombras y humo.
17 ago 2015
Ana María Matute - El Tiovivo
El
niño que no tenía perras gordas merodeaba por la feria con las manos en
los bolsillos, buscando por el suelo. El niño que no tenía perras
gordas no quería mirar al tiro en blanco, ni a la noria, ni, sobre todo,
al tiovivo de los caballos amarillos, encarnados y verdes, ensartados
en barras de oro. El niño que no tenía perras gordas, cuando miraba con
el rabillo del ojo, decía: “Eso es una tontería que no lleva a ninguna
parte. Sólo da vueltas y vueltas y no lleva a ninguna parte”.
14 ago 2015
José B. Adolph - Nosotros No
Aquella
tarde, cuando tintinearon las campanillas de los teletipos y fue
repartida la noticia como un milagro, los hombres de todas las latitudes
se confundieron en un solo grito de triunfo. Tal como había sido
predicho doscientos años antes, finalmente el hombre había conquistado
la inmortalidad en 2168.
13 ago 2015
Los Hermanos Grimm - El Ahijado de la muerte
Un pobre hombre tenía doce hijos y necesitaba trabajar día y noche para poder darles pan. Cuando el decimotercero vino al mundo, no supo encontrar solución a su necesidad, corrió a la carretera y quiso pedirle al primero que encontrase que fuera su compadre. El primero al que encontró fue a Dios. Él sabía ya lo que angustiaba al hombre y le dijo:
10 ago 2015
Franz Kafka - Un artista del trapecio
Un
artista del trapecio -como se sabe, este arte que se practica en lo
alto de las cúpulas de los grandes circos es uno de los más difíciles
entre todos los asequibles al hombre- había organizado su vida de tal
manera -primero por afán profesional de perfección, después por
costumbre que se había hecho tiránica- que, mientras trabajaba en la
misma empresa, permanecía día y noche en el trapecio. Todas sus
necesidades -por otra parte muy pequeñas- eran satisfechas por criados
que se relevaban a intervalos y vigilaban debajo. Todo lo que arriba se
necesitaba lo subían y bajaban en cestillos construidos para el caso.
7 ago 2015
Ray Bradbury - La Carretera
La lluvia fresca de la tarde había caído sobre el valle, humedeciendo el maíz en los sembrados de las laderas, golpeando suavemente el techo de paja de la choza. La mujer no dejaba de moverse en la lluviosa oscuridad, guardando unas espigas entre las rocas de lava. En esa sombra húmeda, en alguna parte, lloraba un niño.
6 ago 2015
Bruno Schulz - Los Pájaros
Llegaron los días de invierno, amarillos y sombríos. Un manto de nieve, raído, agujereado, tenue, cubría la tierra descolorida. La nieve no alcanzaba a ocultar del todo muchos tejados, y se podían ver, acá y allá, trozos negros o mohosos, chozas cubiertas de tablas, y las arcadas que ocultaban los espacios ahumados de los desvanes: negras y quemadas catedrales erizadas de cabrios, vigas y crucetas, pulmones oscuros de las borrascas invernales.
4 ago 2015
Ryunosuke Akutagawa - Un cuerpo de mujer
Una noche de verano un chino llamado Yang despertó de pronto a causa del insoportable calor. Tumbado boca abajo, la cabeza entre las manos, se había entregado a hilvanar fogosas fantasías cuando se percató de que había una pulga avanzando por el borde de la cama. En la penumbra de la habitación la vio arrastrar su diminuto lomo fulgurando como polvo de plata rumbo al hombro de su mujer que dormía a su lado. Desnuda, yacía profundamente dormida, y oyó que respiraba dulcemente, la cabeza y el cuerpo volteados hacia su lado.
3 ago 2015
Giovanni Verga - La Loba
Era alta, flaca, pero con los senos firmes y vigorosos, aunque ya no era joven; pálida, como si fuera víctima de la malaria, y sobre esa palidez dos ojos grandes y dos labios frescos y rojos, devoradores. En el pueblo la llamaban La Loba porque nunca se saciaba de nada. Las mujeres hacían la señal de la cruz al verla pasar sola, como perra sarnosa, con el paso receloso y vagabundo de loba hambrienta. Con sus labios rojos devoraba a sus hijos y maridos en un abrir y cerrar de ojos, y los traía al trote con su sola mirada de Satanás, incluso cuando estaban ante el altar de Santa Agripina. Por fortuna, La Loba nunca iba a la iglesia en Pascua ni en Navidad, ni a oír misa ni a confesarse. El padre Angiolino de Santa María de Jesús, un verdadero siervo de Dios, perdió su alma por ella.
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