La doctora estaba en lo cierto: ningún
proceso anormal se desarrollaba dentro del pequeño cerebro, ninguna
perturbación patológica. Sin embargo, si hubiese podido leer el mensaje
contenido en los impulsos que habían determinado aquellas líneas
sinuosas, se hubiera sorprendido al encontrar un universo tan
exuberante: el niño era un pequeño corneta que tocaba a la carga en el
desierto, mientras ondeaba el estandarte del regimiento y los jinetes de
Toro Sentado preparaban también sus corceles y sus armas, hasta que el
páramo polvoriento se convertía en una selva de nutrida vegetación
alrededor de una laguna de aguas oscuras, en la que el niño estaba a
punto de ser atacado por un cocodrilo, y en ese momento resonaba entre
el follaje la larga escala de la voz de Tarzán, que acudía para salvarle
saltando de liana en liana, seguido de la fiel Chita.
30 nov 2015
27 nov 2015
William Goyen - Chicos de campo
Soy Vikor. Tengo ocho años, pero no soy
un niño, soy una forma inmortal y no tengo ocho años, tengo mil. He
vivido siempre y siempre viviré.
Cuando tenía cuatro, mi madre y yo, Tangor, Nerea, Mabsum y el pequeño Oker vinimos a la ciudad con mi padre, que estaba muerto. Mi padre araba los campos, que eran verdes, pero llegó el invierno y el campo se resecó y se volvió gris. Todo murió y mi padre murió con todo.
Cuando tenía cuatro, mi madre y yo, Tangor, Nerea, Mabsum y el pequeño Oker vinimos a la ciudad con mi padre, que estaba muerto. Mi padre araba los campos, que eran verdes, pero llegó el invierno y el campo se resecó y se volvió gris. Todo murió y mi padre murió con todo.
26 nov 2015
Julio Torri - El Héroe
Todo se adultera hoy. A mí me ha tocado personificar un heroísmo falso. Maté al pobre dragón de modo alevoso que no debe ni recordarse. El inofensivo monstruo vivía pacíficamente y no hizo mal a nadie. Hasta pagaba sus contribuciones, y llegó en inocente simplicidad a depositar su voto en las ánforas, durante las últimas elecciones generales. Me vio llegar como a un huésped, y cuando hacía ademán de recibirme y brindarme hospedaje, le hendí la cabeza de un tajo. Horrorizado por mi villanía, huí de los fotógrafos que pretendían retratarme con los despojos del pobre bicho y con el malhadado alfanje desenvainado y sangriento. Otro se aprovechó de mi fea hazaña e intentó obtener la mano de la princesa. Por desdicha mis abogados lo impidieron y aun obligaron al impostor a pagar las costas del juicio. No hubo más remedio que apechugar con la hija del rey y tomar parte en ceremonias que asquearían aun a Mr. Cecil B. de Mille.
25 nov 2015
José Jiménez Lozano - La Sulamita
Lo
que resulta ahora es que, como nosotros dábamos tanta Historia Sagrada
en la escuela, los que entonces éramos muchachos nos sabíamos muchos
nombres e historias que ahora ya los jóvenes de ahora ni se los pasa por
la imaginación. Y los días de escuela que más nos gustaban eran
precisamente los miércoles, porque era el día que dábamos Historia
Sagrada casi toda la mañana; y era lo más bonito, cuando la historia de
Esaú y Jacob, por ejemplo: cuando Esaú llegó muerto de hambre a su casa,
después de estar cazando todo el día, y vio a su hermano Jacob que se
estaba comiendo en la cocina un plato de lentejas, y se lo cambió por la
primogenitura, que era una cosa que había entonces, una ley que decía
que todo pertenecía al hermano mayor.
24 nov 2015
John Berger - La gran blancura
Por Difuntos se recuerda a todos los
muertos. Dicen que ése es el día en el que los muertos juzgan a los
vivos y que las flores que se llevan al cementerio tienen por objeto el
hacer menos severo el juicio de aquéllos.
Una semana después de los Difuntos, Hélene bajó al cementerio a recoger dos macetas de crisantemos, una de la tumba de su marido, y de la su padre la otra. Las dos noches pasadas el cielo había estado excepcionalmente claro, con estrellas firmes como uñas, y la escarcha había quemado las flores. Si se los llevaba ahora, antes de que se helaran las raíces, podría trasplantarlos en primavera, y al final del verano volverían a florecer para apaciguar a los muertos.
Una semana después de los Difuntos, Hélene bajó al cementerio a recoger dos macetas de crisantemos, una de la tumba de su marido, y de la su padre la otra. Las dos noches pasadas el cielo había estado excepcionalmente claro, con estrellas firmes como uñas, y la escarcha había quemado las flores. Si se los llevaba ahora, antes de que se helaran las raíces, podría trasplantarlos en primavera, y al final del verano volverían a florecer para apaciguar a los muertos.
23 nov 2015
Marcel Schwob - La Flauta
La tempestad nos había lanzado muy lejos
de las costas que solíamos recorrer. Durante largas jornadas sombrías
el navío embistió, con el morro por delante, a través de masas de agua
verde coronada de espuma. El cielo negro parecía querer acercarse al
océano por encima de nuestras cabezas, el horizonte vacío estaba cercado
por una marca lívida y vagábamos como sombras por el puente. De cada
verga colgaban fanales y las gotas de lluvia resbalaban perpetuamente a
lo largo de sus vidrios en tal cantidad que la luz era incierta. A popa,
los ojos de buey de la cabina del timonel relucían con un rojo húmedo y
transparente. Las cofas eran semicírculos de oscuridad y, en la negrura
de arriba, emergían las velas lívidas a cada salto del viento. A veces,
cuando se balanceaban las linternas, reflejaban resplandores de cobre
en los charcos formados sobre las lonas enceradas que protegían los
cañones.
20 nov 2015
Luis Mateo Díez - El puñal florentino
A mí me mataban en el primer acto.
Había acudido a aquella taberna toscana, sin que las ropas de labriego de mi disfraz lograran disimular del todo mi condición nobiliaria, y allí aguardaba a un criado de mi amigo el Conde Ricci que me conduciría a algún lugar seguro.
Eran los últimos cinco minutos del primer acto, la escena decimoquinta de un atropellado drama en el que andaban los Médicis por medio y en el que, entre lances de capa y espada, venenos e intrigas cortesanas, se iba tejiendo un indescifrable galimatías derivado de la propia adaptación de la obra que, como era habitual en la Galería Salesiana, estaba arreglada para que la interpretasen exclusivamente actores masculinos. .
Había acudido a aquella taberna toscana, sin que las ropas de labriego de mi disfraz lograran disimular del todo mi condición nobiliaria, y allí aguardaba a un criado de mi amigo el Conde Ricci que me conduciría a algún lugar seguro.
Eran los últimos cinco minutos del primer acto, la escena decimoquinta de un atropellado drama en el que andaban los Médicis por medio y en el que, entre lances de capa y espada, venenos e intrigas cortesanas, se iba tejiendo un indescifrable galimatías derivado de la propia adaptación de la obra que, como era habitual en la Galería Salesiana, estaba arreglada para que la interpretasen exclusivamente actores masculinos. .
19 nov 2015
Miguel Delibes - La Grajilla
Al llamar a la grajilla, al cuco y al
cárabo pájaros de cuenta no quiero decir que sean malos. No hay pájaros
buenos ni malos. Las aves actúan por instinto, obedecen a las leyes
naturales, aunque, a los ojos de los hombres, algunas de sus acciones
puedan parecer buenas y otras reprobables. Por ejemplo, el
comportamiento de los tres protagonistas de este libro ofrece aspectos
positivos y negativos. La grajilla, pongo por caso, roba la fruta de los
árboles, especialmente de ciruelos y cerezos, pero, al mismo tiempo,
nos libra de insectos perjudiciales y de carroña. El cuco, en la época
de cría, deposita sus huevos en los nidos de otros pájaros más pequeños
que él para que se los empollen, pero, en compensación, destruye orugas y
arañas peligrosas para el hombre. Finalmente, el cárabo puede eliminar
algún pinzón que otro, o cualquier otro pajarito que le molesta o le
apetece, pero, a cambio, limpia el campo de ratas, ratones, topillos y
otros roedores perjudiciales.
18 nov 2015
Primo Levi - Kraus
Cuando
llueve uno querría poder llorar. Estamos en noviembre, llueve desde
hace diez días y la tierra es como el fondo de un pantano. Todas las
cosas de madera huelen a moho.
Si pudiese dar diez pasos a la izquierda, hasta donde está el cobertizo, estaría a salvo; me bastaría con un saco para cubrirme la espalda, o tan sólo la esperanza de un fuego donde secarme; o quizás con un trapo seco que meterme entre la camisa y el espinazo. Lo pienso, entre una palada y otra, y me convenzo de que tener un trapo seco sería una auténtica felicidad.
Si pudiese dar diez pasos a la izquierda, hasta donde está el cobertizo, estaría a salvo; me bastaría con un saco para cubrirme la espalda, o tan sólo la esperanza de un fuego donde secarme; o quizás con un trapo seco que meterme entre la camisa y el espinazo. Lo pienso, entre una palada y otra, y me convenzo de que tener un trapo seco sería una auténtica felicidad.
13 nov 2015
Manuel Vicent - Álbum
Ese
amigo de la infancia que jugaba contigo en la orilla del mar ha perdido
el nombre. Era un niño flaco, quemado por el sol, hijo de un pescador.
Al fondo se ven barcas varadas en la arena y tú en la fotografía estás
con él pescando cangrejos entre las rocas del farallón en una cala
deshabitada. Ibais siempre juntos, desnudos pisando la sal de aquellos
días claros de la niñez, pero ese camarada de los primeros veranos, que
te servía de escudero, desapareció muy pronto y hoy ignoras cómo se
llamaba aunque él entonces habría dado la vida por ti.
11 nov 2015
Antonio Pereira - El toque de obispo
Mi padre era económico, no digo tacaño, y
si en casa había que coger el tren se viajaba en tercera. Por esto fue
una fiesta la vez que los dos cenamos en el vagón-restaurante, como un
par de personajes.
Era por los días más largos del año y a media tarde habíamos salido de casa bajo un sol que pegaba duro. El correo de Galicia llegó con retraso al trasbordo de Toral, y tan lleno que nos costó trabajo meternos. Luego, ya camino del puerto de montaña, el tren se paraba a cada poco, por el mal estado de la vía. Íbamos en el pasillo de nuestra clase, pensar en un asiento aunque fuera el borde de una maleta sería mucha fantasía. Mi padre me miraba con preocupación, sudoroso yo en mi trajecillo de mocete. Él era fuerte de haber martillado el hierro en la fragua de los abuelos y aunque fuera en traje de vestir se le notaba la musculatura.
Era por los días más largos del año y a media tarde habíamos salido de casa bajo un sol que pegaba duro. El correo de Galicia llegó con retraso al trasbordo de Toral, y tan lleno que nos costó trabajo meternos. Luego, ya camino del puerto de montaña, el tren se paraba a cada poco, por el mal estado de la vía. Íbamos en el pasillo de nuestra clase, pensar en un asiento aunque fuera el borde de una maleta sería mucha fantasía. Mi padre me miraba con preocupación, sudoroso yo en mi trajecillo de mocete. Él era fuerte de haber martillado el hierro en la fragua de los abuelos y aunque fuera en traje de vestir se le notaba la musculatura.
9 nov 2015
Fernando Sorrentino - Mi amigo lucas
Tengo un amigo todo lo dulce y tímido que puede pedirse. Se llama Lucas, usa lentes sin armazón y anda por los cuarenta años. Es de reducida estatura, es delgaducho, tiene un bigotito ralo y una calva que reluce.
Para no molestar a nadie, camina siempre de perfil. En vez de pedir permiso, prefiere deslizarse apenas por un costado. Los perros y los gatos callejeros le infunden terror, y, para evitarlos, se cruza a cada instante de una vereda a la otra.
4 nov 2015
Gabriel Miró - El águila y el pastor
Un águila seguía siempre al rebaño. Su
grito resonaba en todo el ámbito azul del día; las ovejas se paraban
mirándola; a veces volaba tan terrera que se sentía el ruido de sus
plumas y de su pico, y toda su sombra pasaba por los vellones de las
reses.
Tendíase el pastor encima de la grama; y se apretaba el ganado contra el peñascal del resistero. Todo el hondo era de sol: labranza roja, árboles tiernos, huertas cerradas, caseríos como escombros, caminos hundidos en el horizonte de humo…
Tendíase el pastor encima de la grama; y se apretaba el ganado contra el peñascal del resistero. Todo el hondo era de sol: labranza roja, árboles tiernos, huertas cerradas, caseríos como escombros, caminos hundidos en el horizonte de humo…
2 nov 2015
Jules Renard - El ratón
Cuando a la luz de un quinqué escribo mi página cotidiana, oigo un ruidito. Si me detengo, para. Y vuelve a comenzar en cuanto rasco el papel.
Es un ratón que se despierta.
Puedo adivinar sus idas y venidas junto al agujero oscuro en el que nuestra criada guarda sus cepillos y sus trapos.
Brinca por el suelo y trota sobre las baldosas de la cocina. Pasa junto a la chimenea, bajo el fregadero, se pierde entre la vajilla y gracias a una serie de reconocimientos que cada vez le llevan más lejos, se acerca a mí.
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